Summa Technologiae

En 1976 Stanislav Lem fue expulsado de la Asociación de Escritores Estadounidenses de Ciencia Ficción y Fantasía (SFWA) por un polémico artículo en el que denotaba las carencias y la cariz comercial que estaba tomando la edición, en particular, de la ciencia ficción. Por supuesto que la polémica se ha simplificado hasta reducirla a “Lem dijo ciencia ficción americana mala”, pero si se informa uno puede ver que muchas cosas son matizables en este caso. No sólo el artículo en cuestión es una pésima traducción/interpretación que no se ajusta a la claridad de ideas de la que Lem hace gala sino que obvia por completo una crítica pertinente y veraz: el declive en los años 70 de la ciencia ficción. El caso dio muchas vueltas en la propia asociación y sirvió para colgarle el cartel de enfant terrible a Lem de por vida. Lo cierto es que la crítica de Lem iba mucho más en consonancia con la crítica de Ursula K. Le Guin cuando fue galardonada con la National Book Foundation Medal  y se dijo  “I don’t want to watch American literature get sold down the river” (sí, se refiere al Amazonas). 

Tal declive del que se quejaba, parte por motivos económicos, parte por la cerril tendencia de los estadounidenses a creer que son los únicos en el planeta que escriben libros de ciencia ficción, es cierto y constatable y sobretodo, es una opinión respetable. Especialmente de alguien que tiene una clara y distintiva idea de lo que es la ciencia ficción, ni hard ni soft, ciencia ficción.

Summa Technologiae es un ensayo sobre la technologia como evolución paralela a la evolución humana. No hay homo sapiens sin homo technologiae y por ello, cuando se especula sobre ciencia y se hace ficción, uno tiene que saber a qué mitología se está refiriendo pues la vital e intrincada relación de nuestra civilización con la tecnología no es una relación simple entre extraños sino una simbiosis.

“El temor ante la falta de trabajo como consecuencia de la automatización se justifica sobre todo en los países capitalistas altamente desarrollados. Sin embargo, no se podría justificar el temor al desempleo surgido del “exceso de bienestar” consumista.” (P.55, Ediciones Godot). Este claro análisis explicita uno de los miedos/mitos en los que nuestra civilización capitalista se basa para mantener  la  dialéctica del amo-esclavo hegeliana. No pocos libros de ciencia ficción se han escrito basándose en esta premisa y por ello no debe ser tomada a la ligera. Debe ser conocida y libremente interpretada pero no obviada.  

Summa deja un clara y pesimista idea del impacto del hombre en el mundo ya que en su escaso tiempo en él es la especie que peor huella deja y  si al mundo le suponemos un antropomórfico espíritu vengativo, la verdad que es que su venganza llegará en frío y será definitiva. 

Cuando se escribe sobre temas tales como Civilizaciones cósmicas, Intelectrónica o Fantomología, más valdría haber leído a Lem primero para poder pisar el terreno con cierta seguridad y no regalar al mundo un producto mediocre que tan sólo a los fans puede interesar.

Al ser un ensayo, En Summa Lem escribe con todo el sarcasmo e ironía con el que suele escribir sus novelas pero ya no como hechos de los protagonistas sino como fallos de forma en el desarrollo de las ciencias: “Sacar conclusiones sobre el probable tipo de desarrollo civilizatorio en el Cosmos, basándose en la imperceptibilidad de señales y fenómenos astroingenieriles puede, desde luego, relacionarse con “concluir” sobre la existencia del telégrafo sin hilos en la antigua Babilonia (porque dado que los arqueólogos no encontraron cables, se ve que allí utilizaban radio…)” (p.468, idem).

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